Durante todo el siglo XX la Nación Argentina vivió un proceso de migración interna desde las provincias hacia la capital del país, Buenos Aires. Así se conformaron grandes comunas y barrios con habitantes que llegaban de la misma región, trasplantando una porción de su lugar de origen a ésta nueva, buscando seguir manteniendo viva su identidad cultural.
Es de esta manera que el Chamamé llega a Buenos Aires de mano de los correntinos, quienes utilizando las nuevas herramientas que la industria cultural ofrecía, pudieron presentarlo, promocionarlo, difundirlo y expandirlo.